Dicen que lo bueno, si es breve, dos veces bueno. Así podría
resumir el viaje que emprendí el 3 de mayo hacia la que llamaría como una de
las experiencias más bonitas que me ha regalado la vida. Comencé a oír hablar
sobre ella en primer curso del Ciclo Formativo de Grado Medio de Atención a
Personas en Situación de Dependencia, el cual, empecé con mucho interés sobre
la ayuda a personas con algún tipo de dependencia.
Un chico de segundo curso fue invitado a hablarnos y a darnos a conocer su experiencia Erasmus, y la
verdad, puse mucha atención a su relato. Mientras iba contando e iba dando
detalles de lo vivido, más me picaba el gusanillo y me aumentaban las ganas de
querer ser yo la que viviera esa experiencia.
Superado el primer curso, muy pronto comenzaba el segundo
sin apenas darme tiempo a “respirar”. Es un año intenso con la teoría en menos
de 6 meses, y la práctica de 3. Empiezas pensando que acabe lo antes posible
porque lo que más deseas es
poner en práctica tus conocimientos y vivir de primera mano aquello por lo que has luchado, ayudar y cuidar de las personas que necesitan de tu ayuda. Antes de Navidad, llegaba la noticia de que aquella charla que nos dio aquel chico, podíamos ser una de nosotras y tendríamos la oportunidad de realizarla durante el último mes de prácticas en el extranjero. Sin dudarlo, dije que sí, y presenté mi carta de motivación. El próximo paso fue la entrevista, que, un poco nerviosa pero lo suficientemente segura por mis ganas e ilusión por ser una de las elegidas. Y así fue, poco tiempo después supe que estaba dentro de la lista del plan Erasmus+.
poner en práctica tus conocimientos y vivir de primera mano aquello por lo que has luchado, ayudar y cuidar de las personas que necesitan de tu ayuda. Antes de Navidad, llegaba la noticia de que aquella charla que nos dio aquel chico, podíamos ser una de nosotras y tendríamos la oportunidad de realizarla durante el último mes de prácticas en el extranjero. Sin dudarlo, dije que sí, y presenté mi carta de motivación. El próximo paso fue la entrevista, que, un poco nerviosa pero lo suficientemente segura por mis ganas e ilusión por ser una de las elegidas. Y así fue, poco tiempo después supe que estaba dentro de la lista del plan Erasmus+.
En un principio creía que el único destino posible era Portugal, pero el rango de destinos se amplió, y
apareció uno nuevo: ese destino fue TOULOUSE. Y sí, lo escribo con mayúsculas
porque esta ciudad va a quedar para siempre grabada en mi memoria de una forma
especial. Comenzaba a informarme sobre el lugar que iba a ser mi casa durante
un mes, y me decidí por ir a visitarlo con mi familia para conocerlo mejor. Fue
un viaje rápido pero muy aprovechado, ya que encontré un hogar muy acogedor
para mi estancia y además conocí la Residencia Henri IV a fondo, gracias a
Jules, el fisioterapeuta. Estaba encantada, pues todo parecía estar a favor de
que iba a salir muy bien esta andanza por tierras francesas.
Y así fue. Llega mayo y acabo las prácticas en la Residencia
de Mayores Alábega de Albacete. Preparo maleta cargada sobre todo de ilusión y
¡comienza la aventura!
Debo confesar que iba a ser la primera vez que iba a estar
durante más tiempo separada de mi familia, y la verdad, la primera noche se me
hizo un poco larga je je. Pero pronto llegó mi compañera de clase, con la que
iba a compartir casa y residencia. Al estar juntas todo se hace más llevadero y
nuestro primer día en la residencia no pudo ser mejor. Como ya he mencionado,
Jules nos esperaba para ser nuestro referente, con el que hablábamos español.
Conocimos a los distintos trabajadores, las instalaciones y a los residentes. Estábamos
preparadas para que el segundo día empezáramos a demostrar nuestros
conocimientos y a adquirir otros nuevos.
A pesar de no tener un elevado nivel de francés, el trabajo nos resultó muy ameno gracias a que todos los trabajadores de esa residencia
nos acogieron y nos aceptaron como si fuéramos una más de aquella familia.
Porque puedo considerar una familia a un complejo residencial donde los
residentes los hacen sentir y los cuidan como si estuvieran en casa. Confiaron
en nuestros conocimientos adquiridos en España, se preocupaban por nuestro
bienestar y nos ofrecieron las mejores condiciones para unas prácticas
inmejorables. El Director, Philippe, nos brindó la oportunidad de un futuro
trabajo, al cual estoy muy agradecida, pues volver allí, siempre sería una
buena opción.
No todo iba a ser trabajo, y también disfrutamos de nuestro
tiempo libre para visitar y conocer una ciudad encantadora. Una ciudad del sur de Francia, capital del departamento del Alto Garona y de la región Occitania. Es
atravesada por el río Garona y en su
casco urbano se produce la confluencia con uno de los canales más importantes,
el canal de Midi. Recibe
el apodo de Ciudad Rosa por el color dominante de los edificios antiguos,
hechos con ladrillos caravista. Los paseos por esta capital no dejan
indiferente a nadie. Población de diversas culturas, multitud de espacios
verdes, monumentos, iglesias, pero también combinado con un ambiente
juvenil-universitario y turístico que le dan ese toque especial.
Como broche final, quiero dar las gracias a mi instituto Tomás
Navarro Tomás (Albacete) y a mis profesoras (Paqui, Rosa y Paola), los cuales
me han permitido además de cumplir un objetivo y un sueño, crecer como persona
y ver que mi futuro es cuidar a las personas que más lo necesitan.
¡Gracias!
Mª
Teresa García Fraile, alumna del CFGM de
Atención a Personas en Situación de
Dependencia
del IES Tomás Navarro Tomás (Albacete).
Gracias por compartir tu experiencia,es emocionante y alentadora.
ResponderEliminar