viernes, 21 de junio de 2019

Treinta días de aventura Erasmus+


Dicen que lo bueno, si es breve, dos veces bueno. Así podría resumir el viaje que emprendí el 3 de mayo hacia la que llamaría como una de las experiencias más bonitas que me ha regalado la vida. Comencé a oír hablar sobre ella en primer curso del Ciclo Formativo de Grado Medio de Atención a Personas en Situación de Dependencia, el cual, empecé con mucho interés sobre la ayuda a personas con algún tipo de dependencia. 

Un chico de segundo curso fue invitado a hablarnos y a darnos a conocer su experiencia Erasmus, y la verdad, puse mucha atención a su relato. Mientras iba contando e iba dando detalles de lo vivido, más me picaba el gusanillo y me aumentaban las ganas de querer ser yo la que viviera esa experiencia.

Superado el primer curso, muy pronto comenzaba el segundo sin apenas darme tiempo a “respirar”. Es un año intenso con la teoría en menos de 6 meses, y la práctica de 3. Empiezas pensando que acabe lo antes posible porque lo que más deseas es
poner en práctica tus conocimientos y vivir de primera mano aquello por lo que has luchado, ayudar y cuidar de las personas que necesitan de tu ayuda. Antes de Navidad, llegaba la noticia de que aquella charla que nos dio aquel chico, podíamos ser una de nosotras y tendríamos la oportunidad de realizarla durante el último mes de prácticas en el extranjero. Sin dudarlo, dije que sí, y presenté mi carta de motivación. El próximo paso fue la entrevista, que, un poco nerviosa pero lo suficientemente segura por mis ganas e ilusión por ser una de las elegidas. Y así fue, poco tiempo después supe que estaba dentro de la lista del plan Erasmus+.

En un principio creía que el único destino posible era Portugal, pero el rango de destinos se amplió, y apareció uno nuevo: ese destino fue TOULOUSE. Y sí, lo escribo con mayúsculas porque esta ciudad va a quedar para siempre grabada en mi memoria de una forma especial. Comenzaba a informarme sobre el lugar que iba a ser mi casa durante un mes, y me decidí por ir a visitarlo con mi familia para conocerlo mejor. Fue un viaje rápido pero muy aprovechado, ya que encontré un hogar muy acogedor para mi estancia y además conocí la Residencia Henri IV a fondo, gracias a Jules, el fisioterapeuta. Estaba encantada, pues todo parecía estar a favor de que iba a salir muy bien esta andanza por tierras francesas.

Y así fue. Llega mayo y acabo las prácticas en la Residencia de Mayores Alábega de Albacete. Preparo maleta cargada sobre todo de ilusión y ¡comienza la aventura!
Debo confesar que iba a ser la primera vez que iba a estar durante más tiempo separada de mi familia, y la verdad, la primera noche se me hizo un poco larga je je. Pero pronto llegó mi compañera de clase, con la que iba a compartir casa y residencia. Al estar juntas todo se hace más llevadero y nuestro primer día en la residencia no pudo ser mejor. Como ya he mencionado, Jules nos esperaba para ser nuestro referente, con el que hablábamos español. Conocimos a los distintos trabajadores, las instalaciones y a los residentes. Estábamos preparadas para que el segundo día empezáramos a demostrar nuestros conocimientos y a adquirir otros nuevos.

A pesar de no tener un elevado nivel de francés, el trabajo nos resultó muy ameno gracias a que todos los trabajadores de esa residencia nos acogieron y nos aceptaron como si fuéramos una más de aquella familia. Porque puedo considerar una familia a un complejo residencial donde los residentes los hacen sentir y los cuidan como si estuvieran en casa. Confiaron en nuestros conocimientos adquiridos en España, se preocupaban por nuestro bienestar y nos ofrecieron las mejores condiciones para unas prácticas inmejorables. El Director, Philippe, nos brindó la oportunidad de un futuro trabajo, al cual estoy muy agradecida, pues volver allí, siempre sería una buena opción.

No todo iba a ser trabajo, y también disfrutamos de nuestro tiempo libre para visitar y conocer una ciudad encantadora. Una ciudad del sur de Francia, capital del departamento del Alto Garona y de la región Occitania. Es atravesada por el río Garona y en su casco urbano se produce la confluencia con uno de los canales más importantes, el canal de Midi. Recibe el apodo de Ciudad Rosa por el color dominante de los edificios antiguos, hechos con ladrillos caravista. Los paseos por esta capital no dejan indiferente a nadie. Población de diversas culturas, multitud de espacios verdes, monumentos, iglesias, pero también combinado con un ambiente juvenil-universitario y turístico que le dan ese toque especial.
  
Como broche final, quiero dar las gracias a mi instituto Tomás Navarro Tomás (Albacete) y a mis profesoras (Paqui, Rosa y Paola), los cuales me han permitido además de cumplir un objetivo y un sueño, crecer como persona y ver que mi futuro es cuidar a las personas que más lo necesitan.
¡Gracias!


Mª Teresa García Fraile, alumna del CFGM de
Atención a Personas en Situación de Dependencia
del IES Tomás Navarro Tomás (Albacete).

1 comentario:

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